Escapada a TOLEDO (parte I)

4 de abril de 2015 (mañana)

Aprovechando el viaje a Madrid que hicimos en Semana Santa, decidimos reservar un día para ir a Toledo, ciudad que hacía muchísimo tiempo que teníamos ganas de conocer. A las 9:20 h cogimos un tren en la estación de Atocha que en cuestión de solamente 30 minutos nos llevó a nuestro destino, y la verdad es que nada más llegar quedamos prendados de la ciudad.

En cuanto salimos de la estación alucinamos con el edificio, de estilo neomudéjar y absolutamente precioso tanto por dentro como por fuera. Este, construido en 1919, fue restaurado en 2005 y está declarado como Bien de Interés Cultural. Además, desde 1991 está catalogado como monumento.

Nada más salir vimos que el Toledo City Tour estaba esperando justo a la salida de la estación y, como había bastante gente haciendo cola para subir, decidimos subir también nosotros en ese momento, pues ya lo teníamos pensado. Si decidís coger este bus turístico os doy dos consejos. En primer lugar, es más aconsejable coger el billete sencillo para hacer el recorrido una sola vez. Este tiene un coste de 4,50 € y va desde la estación hasta la plaza de Zocodover (la plaza principal de la ciudad). La duración del trayecto es de aproximadamente 30 minutos. La otra opción es coger el billete para todo el día (que te permite subir y bajar cuantas veces quieras) y tiene un coste de 9 €. Este último es el que cogimos nosotros, con la intención de quedarnos en el Mirador del Valle y de cogerlo de vuelta a la estación, pero como los buses pasaban cada hora y exprimimos tanto nuestra estancia en la ciudad, no nos dio tiempo a cogerlo de vuelta. En segundo lugar, si encontráis asientos libres en la parte superior os recomiendo que os sentéis a la derecha, pues si os sentáis a la izquierda no podréis hacer fotos. En mi opinión, el Toledo City Tour es muy aconsejable: por un precio muy económico llegaréis rápido al corazón de la ciudad mientras vais escuchando las explicaciones de la audioguía, además de subir al Mirador del Valle sin morir en el intento :P

Nada más llegar al centro nos paramos a marcar en el mapa todo lo que queríamos ver y nos pusimos en marcha. Como estábamos junto al Alcázar decidimos rodearlo y nos encontramos con unas vistas estupendas hacia el Castillo de San Servando, el Tajo y la Academia de Infantería.

A pesar de que el Alcázar es símbolo por excelencia de Toledo, nos conformamos con verlo por fuera. Tras haber tenido múltiples usos a lo largo de su historia (como por ejemplo cárcel de la Corona, cuartel militar o talleres de sederos), actualmente acoge el Museo del Ejército y la Biblioteca de Castilla La-Mancha, y lo cierto es que el museo no nos interesaba demasiado. Así pues, fuimos caminando hasta la Puerta de Bisagra, la principal puerta de acceso a la ciudad, y comenzamos viendo la Iglesia de Santiago del Arrabal. Esta iglesia católica, construida en la segunda mitad del siglo XIII, es una de las mejores muestras del mudéjar toledano. También llamada Iglesia de Santiago el Mayor, se la conoce como Iglesia de Santiago del Arrabal debido a su situación a las afueras de la ciudad, en los arrabales.

Nuestra siguiente parada era la Mezquita del Cristo de la Luz, la mezquita mejor conservada de las diez que hubo en Toledo. Se construyó en el año 999, durante la época de esplendor del Califato de Córdoba, y actualmente es la muestra de arte islámico más importante de la ciudad. Tras visitar su interior, en el que casi no cabía un alfiler de tanta gente que había, dimos un paseo por sus jardines.

Para acceder a la mezquita compramos la Pulsera Turística, un bono con un coste de 8 € que permite el acceso a 6 monumentos. Si accediéramos a todos estos monumentos por separado nos costaría 15 € en total, por lo que resulta bastante rentable. Además, para mí otra de sus ventajas es que te obligas a visitar monumentos que, posiblemente, de otro modo no visitarías, y así es como descubrimos auténticas joyas en Toledo que de otro modo nos habrían pasado inadvertidas.

A esas alturas nuestra idea era ir a comer. Era bastante pronto (las 13:00 h), pero ya habíamos elegido un restaurante que se encontraba por allí y todo lo que nos quedaba por ver estaba en la otra punta del casco histórico. Al sentarnos nos dijeron que aún quedaban unos 40 minutos para que los platos estuvieran listos, así que decidimos ir a ver la Catedral Primada. Qué os puedo decir... Su exterior me dejó sin palabras. Mientras bajábamos por las calles que iban a parar a la Plaza del Ayuntamiento ya llamaba la atención su torre, que sobresalía fueras por donde fueras. ¡Y es que no es para menos! Esta impresionante Catedral, perteneciente a la corriente artística del gótico francés, empezó a construirse en 1226. Desde 1088, la Iglesia Mayor toledana tenía el reconocimiento de catedral primada sobre las demás del reino, y lo único que faltaba era dotarla de una sede digna, cosa que pusieron en marcha cuando se puso fin a la invasión musulmana en 1212. Nos habría encantado visitar su interior y hacer una visita guiada (al pedir consejo sobre lo que no podíamos perdernos en Toledo me habían destacado el interior de la Catedral), pero con todo lo que queríamos ver en la ciudad tuvimos que empezar a priorizar y decidimos verla solo por fuera, lo cual fue una pena...

 
¡Y entonces sí! Ya eran casi las 14:00 h y nos dirigimos a comer al restaurante Real del Hotel Real de Toledo, cerca de la Puerta del Sol. Tras una comida muy manchega, pusimos fin a la primera parte del día y ya nos encontrábamos con las pilas cargadas para seguir viendo Toledo, una ciudad que nos estaba encantando. 

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